Pues eso. que detrás del 8 de marzo viene el 9, y el 10, y el 11. Vendrá abril y llegará mayo. Hecha la foto y largado el discurso enlatado, puede que acabemos entonando de nuevo la fiesta de Serrat, "Se despertó el bien y el mal. La zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal, y el avaro a las divisas". Y continuará el feminismo silenciado y silencioso arañando palmo a palmo el terreno que les corresponde.
Pero en esta resaca un tanto agridulce me ha venido el recuerdo de las mujeres de La Bazán, que haberlas, las hubo. A menudo, llevados de nuestra soberbia innata vemos poco más allá de las narices y caemos en el error de creernos únicos, elegidos para la gloria, sin caer en la cuenta de que todo está ya inventado y que no hay nada nuevo bajo el sol. La misma esencia del 8 de marzo debería bastar para tomar humilde conciencia de que no somos más que eslabones de una cadena. Puede que el último en llegar, en ningún caso el único ni mucho menos el mejor. Un eslabón que únicamente cobra sentido por la fuerza que le dan los que le preceden.
Todo esto me ronda por la cabeza al ver las fotos que el compañero Ángel López viene compartiendo en Internet bajo el título recuerdos de Bazán, y ante el penoso seguimiento que los medios han dado a esta campaña, hurtando la palabra y el protagonismo a las víctimas, para dársela a los, y las, oportunistas de última hora, campañeros y campañeras que no dudan de aprovechar las desgracias y miserias para su propia rentabilidad, para medrar y acaparar pantallas y primeras páginas. No es el momento de dirigentes ni dirigentas. Es el momento de ellas, de las damnificadas, de las mujeres.
En Bazán han habido muchas. Invisibles, ignoradas, menospreciadas, sometidas. Luchadoras que con su esfuerzo y sacrificio acallado cimentaron los actuales 8 de marzo y la lucha por una sociedad de iguales. En las fotos de Ángel López vemos cocineras, de cuando el Astillero tenia comedores; telefonistas, en la centralita que había en el edificio de Dirección donde en la actualidad, Pepito gestiona los desplazamientos; cómo no, administrativas y secretarias; o calquistas, que pasaban a tinta los croquis y borradores que los delineantes hacían a lápiz. Trabajos que se mantuvieron hasta bien entrados los 80.
Con el dictador en los infiernos la lucha sindical cobró auge y también las mujeres de la Bazán estuvieron en primera fila, como las compañeras María, primera, ella sí, en formar parte del Comité de Empresa, o Aurora, la segunda. O las compañeras Eloísa, Pepa, María José, Mari Carmen, Aurora, que en las tertulias de sobremesa en la sala de delineación de electricidad, codo con codo con Outerelo, Salado, Serrano, Delgado, Betanzos, Arazo, Gitano y alguno más, fueron configurando el ADN de las Comisiones Obreras de la Bazán de San Fernando. Tampoco podemos olvidar a las compañeras de la limpieza, alguna con más de cuarenta años recogiendo nuestras mierdas y siempre en cabeza de la lucha obrera como una más de la plantilla.
A todas ellas, que nos parieron y educaron, a la vez que aportaban su sacrificio callado para construir esta Navantia de hoy, vaya nuestro más sincero y sentido homenaje.
Enrique Martínez Batista
P.S. Indudablemente quiero agradecer la generosidad de Ángel López al compartir su archivo fotográfico, memoria gráfica de nuestros orígenes, y que podéis ir conociendo a través de la página de Facebook: Villa de la Real Isla de León. San Fernando. historia y fotos.