sábado, 23 de noviembre de 2019

Crónica de una muerte anunciada

Román Ríos - Diario de Cádiz
Tenía que pasar y pasó, a pesar de los avisos, las quejas y las protestas. Pasó hace a penas un mes y seguirá pasando a pesar de los esfuerzos de los Comités de Empresa y la dirección y jefaturas de las plantas por mantener a cero el índice de siniestralidad laboral.

Llegará el momento de buscar, eludir y depurar responsabilidades. Una negligencia del trabajador o del compañero; un despiste del encargado; un error del Jefe del taller... No se engañen, los responsables no están en la Bahia, como no lo estarían en su caso, dios no lo quiera, en la Ría ni en la Dársena. Los responsables están a 600 kilómetros y sólo pisan los astilleros para festejos y celebraciones.

No hay error humano. No hay deficiencias en prevención. No hay falta de medios. Lo que hay es una política de contratación de industria auxiliar vergonzosa y vergonzante, máxime tratándose de Navantia, una empresa pública que debería ser modelo y ejemplo.

Resulta significativo que sea en el astillero de San Fernando donde se han producido dos muertes en apenas un mes. Hasta la implantación de esta nefasta política de subcontratación, recordemos que forma parte de las iniciativas del ínclito Revuelta y sus mariachis, los centros de la extinta Bazán mantenían el control de las contratas en todos los aspectos, con una cultura de colaboración mutua que premiaba la calidad, no sólo del trabajo a realizar, sino de todos los ámbitos de actuación, social, laboral, incluidas como prioritarias, la prevención de riesgos y la salud laborales. No me entiendan mal ni se me molesten los compañeros y compañeras provenientes de Astilleros Españoles, pero no deja de ser cierto que, a pesar de su lucha firme y constante y su tenaz oposición, la jungla en que se desenvolvía la subcontratación fue una de las causas del descalabro de la industria naval civil. La llegada de Navantia y los nuevos aires podría llevar a cualquiera a pensar que con la fusión de ambos sectores se descartarían los procedimientos lesivos de cada modelo y se aplicarían los acertados. Pues nada más lejos de la realidad. A la vista de los acontecimientos, los gestores de Madrid, desde el 2004, parecen más bien empeñados en aplicar lo peor de cada casa. No parece gratuito que sea en San Fernando, la factoría con más actividad del grupo en la actualidad y por tanto con un nivel superior en subcontratación, donde se han producido estas dos muertes de trabajadores.

Desde la constitución de Navantia, las CCOO en la Bahía de Cádiz venimos reclamando una racionalización de las relaciones con la Industria Auxliar que redunde en la calidad de las prestaciones. Y cuando hablamos de calidad nos referimos, cómo no, al trabajo a desempeñar, pero también a la eliminación de las jornadas abusivas, a la prioridad en la prevención de riesgos y la salud laboral, a los medios técnicos y materiales, a la supresión de las horas extraordinarias, a la igualdad real entre trabajadores y trabajadoras, a la aplicación del convenio del metal a todos y cada uno de los trabajadores y trabajadoras, a la formación... en definitiva entendemos y exigimos que cualquiera que entre por las puertas de nuestros astilleros debe hacerlo en las mismas condiciones y con los mismos derechos que la plantilla de Navantia.

Hasta el momento, y a la vista está, sólo hemos encontrado, en el mejor de los casos, oídos sordos. En en el mejor de los casos, porque también nos han regalado perlas como que "Navantia no puede entrar en lo que haga la contrata ni en cómo lo haga, nuestro control termina con el cumplimiento de las condiciones contractuales". Y así nos luce el pelo, con Acciona, con Ditecsa, con Kaefer, con Ainair........ con dos muertes.

Las trabajadoras y trabajadores cumplen y producen. Los barcos, jackets y subestaciones salen. Los clientes satisfechos...Pero Navantia no levanta cabeza y, con ser importantes los números, empezamos a sumar desgracias. Navantia cuenta en Madrid, a cientos de kilómetros de cualquiera de sus centros, con unas oficinas centrales con más de 200 personas para su gestión y administración. Casi la mitad, y a veces incluso más, son altos cargos que deciden, entre otras lindezas, licitar los contratos a la baja obligando a las empresas interesadas a hacer ofertas temerarias que acaban pagando sus trabajadores y trabajadoras en salarios miserables, jornadas extenuantes, y riesgos laborales inadmisibles... con sus vidas.

Por poner un ejemplo, Navantia cuenta con unos 5.500 trabajadores y trabajadoras, seis astilleros y cinco líneas de negocio. El Corte Inglés, tiene 90.000 trabajadores, unos 90 centros y 7 líneas de negocio. Para ello cuentan con 175 altos cargos, pocos más que Navantia. Pero hay una diferencia fundamental. El Corte Inglés decide, organiza y gestiona SU DINERO y el de sus accionistas. Navantia lo hace CON EL DINERO DEL CONTRIBUYENTE.

¿Y nadie con bastón de mando y capacidad de decidir ve que es blanco y en botella?.