jueves, 10 de agosto de 2017

Subcontrata, que algo queda

Reciente movilización de los compañeros vigilantes
No son los de El Prat, pero están en las mismas o peores condiciones
Estaba yo desayunando una magnífica tostada en el Bar de Moreno con aceite y ajo, como suelo hacer todas las mañanas, y coincidí con un amigo empresario de la zona, de los que trabajan para Navantia y un funcionario municipal, compañero de colegio, del área de hacienda. Con el conflicto del aeropuerto de El Prat de fondo en el televisor, la tertulia se montó presto.

Es que me cuesta entender lo de la subcontratación en los ámbitos públicos, y después de una hora de animado coloquio sigo sin entenderlo. No me refiero al acto en sí de externalizar servicios o tareas. Comprendo perfectamente que un organismo como a un Ayuntamiento, o a una empresa como Navantia, que necesita unos pintores, pongamos que un mes a lo largo de todo un año, le resulte más rentable subcontratar esta tarea que mantener a una cuadrilla de pintores durante todo el año. Por otro lado, la contrata de pintura prestaría sus servicios a distintas empresas y entidades manteniendo así una plantilla propia, profesional y experimentada y obteniendo los correspondientes beneficios económicos. Todos salimos ganando.

Pero en toda empresa, al menos en Navantia, hay tareas y labores que ocupan, no ya el mismo tiempo que la actividad principal, sino incluso más, al desarrollarse durante las 24 horas sin cierres por vacaciones o festivos, como son la vigilancia, la limpieza, el mantenimiento, la prevención de riesgos o el control medioambiental. Es aquí donde me embarga la perplejidad. A Navantia, un vigilante, una limpiadora, un técnico de medio ambiente, le costaría en plantilla X euros. Multiplicado por el número de efectivos, más los costes de materiales y suministros, daría la cantidad que le cuesta el servicio, pongamos que Y euros. Pues bien, deciden externalizarlo y ponen un precio de salida de Y-10. Entonces llegan las empresas interesadas y ofertan por Y-15, Y-20, Y-30... y la que más bajo puja se lleva el contrato.

Ya de entrada los números no me cuadran. Si a Navantia le costaba el servicio Y, y a la contrata le sale por Y-30, tenemos un problema. O los gestores de Navantia son unos incompetentes y no son capaces de rentabilizar su capital humano, con lo que la solución al problema no es subcontratar sino ponerlos de patitas en la calle, o el servicio bajará de calidad y los trabajadores pagarán el pato, porque lo que es impensable es que el contratista vaya a reducir sus beneficios. También podrían darse las dos circunstancias, que los gestores sean unos impresentables y los contratistas unos explotadores, sobre todo cuando se trata de grandes compañías, ya que las pequeñas industrias locales y comarcales suelen ser mucho más consideradas con su personal.

Estos amigos con los que he compartido desayuno esta mañana han añadido un factor no menos importante a la ecuación y, según me dicen, a veces determinante. El funcionario lo llama "sobre", el contratista "mamela". Por decirlo con finura, una supuesta muestra de gratitud del contratado hacia el contratante. Gratitud que, dependiendo de la envergadura del negocio y la categoría del interfecto puede ir del jamón (todavía funcionan los jamones) al reloj de oro o las obras en el chalé. Mi amigo el empresario me ilustró con todo lujo de detalles sobre las distintas supuestas muestras de gratitud a que ha tenido que hacer frente en los últimos años y se lamentaba de que "lo peor es que no te garantiza nada, sólo que no te quedes fuera". Obviamente mi respuesta fue inmediata, ¿Porqué no lo denuncias? Ambos contertulios se miraron y sonrieron con socarronería, "Si denuncio no vuelvo a coger un contrato en la provincia en lo que me queda de vida".

Nada de esto es nuevo, pero no por ello es menos indignante. Al final lo que queda es que los trabajadores de El Prat son unos sinvergüenzas que ponen en jaque al turismo del país por una subida de 300 euros al mes. No señores, no. En el Prat llevaba la vigilancia Prosegur que en la nueva licitación ajustó los precios al mínimo para mantener la calidad del servicio y las condiciones laborales, conociendo de años la tarea a realizar. Llegó Eulen que, sin tener ni idea, ofertó a la baja y una vez conseguido el contrato, para mantener sus beneficios reduce el sueldo a los trabajadores y les amplía la jornada.

¿Les suena? Eso mismo está ocurriendo en Navantia San Fernando con Acciona. La anterior concesionaria, Alcomar S.L., venía haciéndose cargo de la limpieza y los cuidados de jardines desde hace más de 40 años sin presentar ningún problema a Navantia ni a sus trabajadores y trabajadoras. Conociendo como nadie el patio, ajustó su oferta al mínimo asumible. Llegó Acciona y no sólo ofertó a la baja, sino que en un segundo proceso por impugnación del primero, redujo sus aspiraciones en 500.000 euros. Ahora son incapaces de mantener las exigencias del contrato con el escaso personal con que cuentan y se ve sobrecargado e incapaz de asumir todas las tareas que se le exigen. Pero que la mierda nos llegue al cuello en nuestro perdido rincón del sur, y que las trabajadoras y trabajadores de la limpieza estén siendo explotados no resuena como miles de turistas tirados en un aeropuerto.

Está pasando con Acciona y con los vigilantes de Segur Ibérica a los que aún les deben la nómina de junio y el finiquito. Pasó con los bomberos, con los técnicos de medio ambiente... y pasará, porque siguiendo como siguen al frente los mismos incompetentes gestores que no son capaces de rentabilizar el magnífico capital humano de que disponemos, con los servicios médicos que según nos han dejado caer, pretenden externalizar también. Otra actividad que requiere 24 horas de presencia los 365 días del año, lo que de ningún modo explica ni justifica la subcontratación.

La regularización de la subcontratación deberá ser es una de las actuaciones inmediatas de la nueva dirección de Navantia.