miércoles, 12 de diciembre de 2018

El Astillero de Navantia en San Fernando celebra el 230 aniversario de las Corbetas Descubierta y Atrevida

Corbetas Descubierta y Atrevida Puerto de Palapa en la isla de Samar.
(Museo Naval - Madrid)
En septiembre de 1788, el teniente de navío Alejandro Malaspina, junto con su amigo José de Bustamante y Guerra, propone al gobierno español la organización de una expedición, que se llamó posteriormente Malaspina. Fue una gran expedición político-científica de escala mundial, una de las primeras de la historia de carácter científico, cuyo objetivo era visitar y estudiar los principales territorios españoles en América, Asia y Oceanía.

Para llevar a cabo esta expedición fueron construidas dos corbetas gemelas en el Arsenal de La Carraca, la Descubierta y la Atrevida, por el Ingeniero Comandante del Arsenal Tomás Muñoz.

Tenían una eslora de 33,3 metros, una manga de 8,7 metros, y un calado de 4,3 metros. Disponían de portas para 22 cañones de a 8 libras y otros cuatro cañones en el puente, si bien para la expedición científica, su artillería fue reducida a 16 cañones de a 6 libras por razones de peso y comodidad.

Además del armamento, contaban con biblioteca, laboratorio y variado instrumental astronómico, geodésico, meteorológico, físico, químico y biológico. No eran naves de guerra, sino que se adecuaron para navegar rápido, con maderas selectas adecuadamente calafateadas y un forro de cobre en el casco para aumentar la resistencia en climas diversos.

Los marineros eran asturianos, gallegos y vizcaínos, por estar acostumbrados al frío y de carácter amable, adecuado al trato con los indígenas. Seleccionan 3 naturalistas, un cirujano, un capellán, carpinteros, calafates, herreros, grumetes, criados, pilotos, pintores, guardiamarinas, artilleros y la clase de tropa. Iban los más distinguidos astrónomos, hidrógrafos y cartógrafos de la marina española.

En 1805, la Atrevida estaba en el Apostadero Naval de Montevideo y en 1807, durante las Invasiones Inglesas, se quedó a la entrada del canal del puerto, defendiéndolo, mientras pudo resistir. Su capitán Antonio Leal de Ibarra, ante la inminente derrota, ordenó incendiarla para obstaculizar un tiempo más la entrada de los ingleses en el puerto y cubrir la retirada por tierra de los españoles.