Allá por los años 70, Televisión Española emitía un programa protagonizado por cuatro hermanos que con su actuación hicieron felices a muchas personas de más de una generación.
A lo largo de la vida nos vamos encontrando en cualquier colectivo a grupos que pretenden seguir haciendo felices a los demás emulando a aquellos titiriteros de los 70.
Aquella alegría continua de los Aragón nada tiene que ver con la que hoy nos transmiten quienes navegan por las masas, actuando como “voceros” de sus patrones, que al fin y a la postre no es más que una satisfacción tan efímera e incierta, que invalida una y otra vez la poca credibilidad que les caracteriza y los relega a tropezar una y otra vez en la piedra de la ignorancia.
Si fueran tan ingenuos como los payasos de la tele al cantar “había una vez, chatatachatata chan…", se mantendrían limpios y exentos de críticas, pero la realidad es que albergan retorcidas intenciones pretendiendo obtener rédito electoral a costa de un bien que nos incumbe a todos y que acabaremos consiguiendo sólo con el esfuerzo y la movilización de todos.
Arrojan la piedra una y otra vez. Algún día acertarán y todos nos alegraremos, por la consecución del objetivo y porque se acallarán también las voces erróneas que no aciertan casi nunca, enturbiando y confundiendo a los trabajadores.
Alguna vez los “voceros” acertarán, aunque sea a costa del esfuerzo de todos.