Inicio de la Jornada con los últimos ajustes a base de café y churros |
Tras una ducha relajante y una siesta de pijama y orinal después de una jornada intensa, estoy más o menos en condiciones de informar medianamente lúcido sobre el desarrollo de la jornada de puertas abiertas que hoy ha tenido lugar en la Factoría de Navantia en San Fernando.
La jornada ha salido bien. Muy bien. Excelente. Con mucha asistencia de público. No están cerrados los números pero por los trípticos repartidos, la ocupación del aparcamiento y el recuento de autobuses,
fácilmente hemos superado los 4.000 asistentes. El tiempo ha acompañado, aunque el levante ha molestado un poco y los visitantes se han mostrado satisfechos y contentos. Y hasta aquí la reseña.
En realidad se me hace un poco farragoso ponerme a redactar una crónica como dios manda, así que me tomaré la libertad, en lugar de ello, de compartir una serie de reflexiones personales y sensaciones que me han despertado este evento.
Sobre todo me quedo con la satisfacción de los visitantes. Trabajadores y trabajadoras en activo, antiguos trabajadores con sus nietos, público en general y los niños. Padres explicando con orgullo a sus hijos la soldadura que él mismo había hecho. El abuelo contándole a su nieto que él trabajó en el barco del que se muestra la maqueta. El jubilado que te para y te cuenta cómo era todo hace veinte años o el asombro de los asistentes ajenos a la Factoría al constatar la calidad del trabajo y la capacitación del personal. "Pero esto es lo mismo que vi la semana pasada en un documental de Discovery. Era de un súper astillero americano que daban como lo último en tecnología, y resulta que lo tenemos aquí en La Isla", me comentaba un militar.
Para mí éste es el mejor indicador del éxito de la jornada. En definitiva, habiendo dejado ya claras mis reticencias iniciales, éste era el único motivo de mi presencia en la jornada, brindar a los visitantes la mejor de las acogidas y tratar de transmitir el valor del trabajo que hacemos, y creo que entre todos lo hemos conseguido.
Patricia Cavada, Alcaldesa de San Fernando, no podía faltar en esta jornada. |
Sobre todo me quedo con la satisfacción de los visitantes. Trabajadores y trabajadoras en activo, antiguos trabajadores con sus nietos, público en general y los niños. Padres explicando con orgullo a sus hijos la soldadura que él mismo había hecho. El abuelo contándole a su nieto que él trabajó en el barco del que se muestra la maqueta. El jubilado que te para y te cuenta cómo era todo hace veinte años o el asombro de los asistentes ajenos a la Factoría al constatar la calidad del trabajo y la capacitación del personal. "Pero esto es lo mismo que vi la semana pasada en un documental de Discovery. Era de un súper astillero americano que daban como lo último en tecnología, y resulta que lo tenemos aquí en La Isla", me comentaba un militar.
El Grupo Scout Erytheea, en su afán por promover el cariño por su ciudad, incluyó la visita en sus actividades |
De todos modos, me vais a permitir que dedique unas líneas a un aspecto de esta jornada que me ha tocado un poco la fibra sensible. Cuando estás inmerso en el devenir cotidiano, haciendo lo de siempre, como siempre, llegas a no dar importancia a cosas que acaban siendo habituales, y llega un día que un comentario, un gesto, te hacen se consciente de lo que te traes entre manos.
Me refiero al "orgullo bazanero", y que me perdonen los de Navantia que ven con recelo cualquier referencia a Bazán. Desde el primer momento, en la reunión previa a la apertura, a las 9 de la mañana, hubo quien se sorprendió de lo que allí pasaba. Jefes, subordinados, sindicatos, todos departiendo cordialmente, ante diez kilos de churros que trajo el Jefe de Personal y varias cafeteras que aportó la Jefa de Prevención. Le costaba entender cómo quienes días antes discutían y "peleaban" en la mesa de un despacho por cuestiones sindicales y laborales, o que sindicatos capaces de enfrentarse enconadamente en el Comité, fuesen capaces de estar todos a una, codo con codo para emprender una tarea común. Amigo mío, eso es el "orgullo bazanero" y no lo vas a encontrar más allá de "la cuarta". Puede que en Ferrol o en Cartagena.
Hubo quien se sorprendió, y no me refiero a visitantes, de la dedicación de los compañeros bomberos de Spril que hicieron las delicias de los niños. Del trabajo que la compañera Aurora se tomó para explicar los avatares del Dique de San Carlos. De la entrega de "Los Pacos" (Muñoz y Boy) y Jesús en el taller de Elaboración que llegó a arrancar el aplauso de los visitantes. De la calidad del vídeo ¿doméstico? de Antonio. De la paciencia y la capacidad didáctica de Martín con sus vehículos de la Guerra de las Galaxias. De la disposición de todos y cada uno y una de quienes voluntariamente decidieron hacer una jornada memorable.
Y es que no aprenden. Es lo que se consigue cuando le das a la gente la oportunidad de hacer suya la tarea. Cuando la gente se siente parte del todo. Cuando tienes en cuenta su opinión y les das más razones que órdenes. Ayer no hicieron falta relojes ni picadas, a las 9 de la mañana todos en perfecto estado de revista. Nadie preguntó a qué hora se terminaba. Nadie se excusó en la hora del bocadillo. Ayer se trataba de enseñar lo nuestro. Lo que hemos sido, lo que somos y lo que queremos seguir siendo y ahí, los bazaneros, siempre a piñón. Y no lo entienden. Porque cada día podría ser así. Lo fue con los ferries, los yates, los materiales compuestos, y no sigo ni entro en detalles por no molestar a nadie.
Ayer, para mí, fue un día memorable. Porque conseguimos darnos a conocer como dios manda. Y porque pude constatar que, pese a todo y a todos, seguimos siendo lo que fuimos cuando nos dejan ser lo que somos.
Me refiero al "orgullo bazanero", y que me perdonen los de Navantia que ven con recelo cualquier referencia a Bazán. Desde el primer momento, en la reunión previa a la apertura, a las 9 de la mañana, hubo quien se sorprendió de lo que allí pasaba. Jefes, subordinados, sindicatos, todos departiendo cordialmente, ante diez kilos de churros que trajo el Jefe de Personal y varias cafeteras que aportó la Jefa de Prevención. Le costaba entender cómo quienes días antes discutían y "peleaban" en la mesa de un despacho por cuestiones sindicales y laborales, o que sindicatos capaces de enfrentarse enconadamente en el Comité, fuesen capaces de estar todos a una, codo con codo para emprender una tarea común. Amigo mío, eso es el "orgullo bazanero" y no lo vas a encontrar más allá de "la cuarta". Puede que en Ferrol o en Cartagena.
Hubo quien se sorprendió, y no me refiero a visitantes, de la dedicación de los compañeros bomberos de Spril que hicieron las delicias de los niños. Del trabajo que la compañera Aurora se tomó para explicar los avatares del Dique de San Carlos. De la entrega de "Los Pacos" (Muñoz y Boy) y Jesús en el taller de Elaboración que llegó a arrancar el aplauso de los visitantes. De la calidad del vídeo ¿doméstico? de Antonio. De la paciencia y la capacidad didáctica de Martín con sus vehículos de la Guerra de las Galaxias. De la disposición de todos y cada uno y una de quienes voluntariamente decidieron hacer una jornada memorable.
Y es que no aprenden. Es lo que se consigue cuando le das a la gente la oportunidad de hacer suya la tarea. Cuando la gente se siente parte del todo. Cuando tienes en cuenta su opinión y les das más razones que órdenes. Ayer no hicieron falta relojes ni picadas, a las 9 de la mañana todos en perfecto estado de revista. Nadie preguntó a qué hora se terminaba. Nadie se excusó en la hora del bocadillo. Ayer se trataba de enseñar lo nuestro. Lo que hemos sido, lo que somos y lo que queremos seguir siendo y ahí, los bazaneros, siempre a piñón. Y no lo entienden. Porque cada día podría ser así. Lo fue con los ferries, los yates, los materiales compuestos, y no sigo ni entro en detalles por no molestar a nadie.
Ayer, para mí, fue un día memorable. Porque conseguimos darnos a conocer como dios manda. Y porque pude constatar que, pese a todo y a todos, seguimos siendo lo que fuimos cuando nos dejan ser lo que somos.