William Miller, fundador de la Iglesia Adventista del séptimo día de marcado caráter milenarista, concluyó por medio de un estudio de las cronologías de la Biblia que Jesucristo volvería a la Tierra el 22 de octubre de 1844 dando inicio al juicio final. Cuando en el día señalado Jesucristo no apareció, los seguidores de Miller experimentaron lo que se conoce como el Gran Chasco que provocó que miles de seguidores abandonaron el movimiento. Después del Gran Chasco, el religioso Jonas Wendell llegó a la conclusión de que había sido erróneo el cálculo de la Segunda Venida de Jesucristo, y lo situó en 1868. La fecha pasó y Jesucristo no regresó, por lo que Wendell publicó en 1870 un volante donde explicaba que Jesucristo volvería en 1873. Fracasado el pronóstico, Nelson Barbour recalculó la fecha situándola a final de 1874.
Lo recordaba esta mañana cuando dos compañeros se acercaban por la sección sindical a preguntar si era cierto el comentario de que el viernes, en la reunión de la SEPI se desbloquearían las 16 horas pendientes. Reunión del Consejo de Administración del organismo que tendrá lugar el jueves 22 (coincidiendo curiosamente con nuestra manifestación) y no el viernes.
Profetizar lo evidente es fácil, el problema viene cuando se establecen fechas o plazos y éstos acaban por no cumplirse. Sólo quedan entonces dos opciones, reconocer el error, o cometer la torpeza de de ir cambiando la fecha a medida que se agota el tiempo. Esta argucia parece ser la que han adoptado quienes llevan unos días propalando rumores por los mentideros de la factoría.
No hace falta recurrir a las cuartetas de Nostradamus ni a la bola de cristal de la Bruja Lola para afirmar que la SEPI se va a reunir con la representación de los trabajadores y trabajadoras para iniciar la negociación del plan estratégico. Que paralelamente, antes o después, se iniciará la negociación del convenio, lo saben hasta los chinos. Que el Presidente de Navantia va a presentar la organización de la empresa tarde o temprano (puede que con un mes de retraso en el Consejo de Administración que se celebra hoy) es inevitable... Decían que a finales de mayo, a principios de junio, a mediados, este viernes... así hasta el infinito y más allá, algún día sucederá y acertarán. El dilema sigue siendo cuándo y, sobre todo, cómo, y ambas cuestiones dependerán fundamentalmente, no nos engañemos, de la actitud y determinación que manifestemos trabajadores, trabajadoras y quienes los representamos en este pulso mantenido.
Hoy por hoy sigue sin haber nada en firme, más allá de la declaración de Pilar Platero, Presidenta de SEPI en sede parlamentaria sobre las salidas naturales del personal de Navantia, y la confirmación por parte de Esteban García, Presidente de Navantia en reunión de la Coordinadora Unitaria, de que la plantilla de Navantia se mantendrá sin la más mínima ampliación. A pesar de los obstáculos que se nos han puesto para ello, hemos hecho nuestros números y según estas afirmaciones, las cuentas no nos salen y ponen en duda la declaración de que se mantendrán todos los centros abiertos. Según nuestros cálculos, manteniendo la plantilla actual, las tres líneas de actividad de nuestra factoría (Carenas, Construcción Naval y los talleres de FABA) tendrán serias dificultades para mantener unas mínimas garantías de futuro. Si además consideramos los baremos globalmente contemplando a todo el grupo, la situación se torna crítica.
Resulta difícil justificar esta rumorología tan falsa como malintencionada, aunque parecen claros los intereses a que obedece toda vez que coincide con algunas actuaciones por parte de la dirección de la empresa. A poco que nos esforcemos, se adivina el mismo perverso procedimiento que tan bien describe Naomi Klein en La estrategia del schock y que han venido utilizando todas las creencias, religiones y poderes establecidos desde que el primer brujo de la tribu descubrió el miedo como valor más preciado. Resulta relativamente fácil elaborar un discurso sobre la base de lo que la audiencia está dispuesta a creer. Jugar con la esperanza y desesperación. Prometer el paraíso y amenazar con con males y catástrofes pavorosas. Todo a cambio del adocenamiento y la sumisión a unos poderes ocultos que nadie ve, salvo los autoproclamados elegidos y de quienes reciben instrucciones y mandatos. Afortunadamente estos profetas de pacotilla de nuestra empresa adolecen de una torpeza proverbial.
Si se van a pagar las asimilaciones, cartuchos y economatos. Si se van a desbloquear las horas que nos adeudan. Si se va a negociar el plan. Si se va a negociar el convenio. Si todo está hecho, ¿Porqué se mantiene la zozobra de la plantilla, con los dos principales centro del grupo (San Fernando y Ferrol) en pleno conflicto, y no se hace, cuando menos, un anuncio?¿No hay un documento, un papel, una cita, una foto, que ratifique los runrunes?. A fin de cuentas sólo pedimos eso, un gesto.
Si se van a pagar las asimilaciones, cartuchos y economatos. Si se van a desbloquear las horas que nos adeudan. Si se va a negociar el plan. Si se va a negociar el convenio. Si todo está hecho, ¿Porqué se mantiene la zozobra de la plantilla, con los dos principales centro del grupo (San Fernando y Ferrol) en pleno conflicto, y no se hace, cuando menos, un anuncio?¿No hay un documento, un papel, una cita, una foto, que ratifique los runrunes?. A fin de cuentas sólo pedimos eso, un gesto.
Como dijo Jorge Santayana, quien olvida su historia está condenado a repetirla, y la historia nos dice que la clase trabajadora jamás ha conseguido nada sin lucha decidida, tenaz y denodada. ¿Negociar? somos los primeros. ¿Reunirnos? hasta la extenuación. Pero a partir de ahí, como dicen nuestros compañeros del norte "¡LUME!". Todo llegará tarde o temprano, Lo sabemos, pero el cuándo y, sobre todo el cómo, va a depender única y exclusivamente de la fuerza y la determinación que pongamos en el empeño.